¿DÓNDE ESTÁ MI MALETA?

No sabía que a las seis de la mañana es todavía de noche, pero lo es. No es la primera vez (ni la última) que madrugo tanto, pero no deja de sorprenderme algo de lo que habitualmente no soy consciente: que hay mucha gente que madruga. Levantarme tan pronto es una excepción para mí, pero no para miles y miles de personas que a las seis de la mañana ya están en danza por las carreteras de acceso a Madrid. Siempre que los veo pienso que soy un afortunado. Adoro mi trabajo, me divierto, me pagan por ello y habitualmente no tengo que madrugar. Es cierto que en todo trabajo siempre hay un componente de rutina y aunque muchos penséis que soy un inconformista, trabajar en Fórmula 1 tiene su parte de rutina. Sin embargo, mientras iba en el taxi hacia el aeropuerto pensaba que yo al menos me iba a Hungría a trabajar en un gran premio de Fórmula 1 mientras que muchos de los madrileños que compartían carretera conmigo iban a su oficina, a aguantar a su jefe, a rellenar informes, a trabajar en la obra, a cumplir un horario... Es decir, no debo quejarme, soy un afortunado. No obstante, a veces me veréis protestar porque mi trabajo me encanta, pero como os he contado un millón de veces tiene partes muy feas, complicadas y duras que la gente no ve. Y ya que hablamos de las cosas malas de este trabajo, he vuelto a ver a Andrew. Su padre ya está enterrado y la vida sigue. Sin embargo, me ha pedido que os de las gracias por la gran cantidad de comentarios que habéis hecho dándole ánimos. Está muy agradecido y me ha reconocido que leyendo esos comentarios, sin llegar a entenderlos del todo, muchas veces se emocionó. Gracias por tanto en su nombre.

Vale, el madrugón no ha estado mal, el vuelo tampoco, pero leches, ¿dónde está mi maleta? He sido el único viajero de los doscientos y pico que iban en el avión al que le han perdido la maleta. Que te la pierdan volviendo a casa es una faena, pero es mucho peor si te la pierden cuando llegas a un gran premio. No tengo nada. Ni ropa, ni cargadores, ni libros, ni zapatos, ni neceser... Menos mal que tengo al equipo de Fórmula 1 de Telecinco para ayudar. Roberto y Raúl (el dúo diabólico) me han contado un truco para sobrevivir los próximos días. Dicen que los calzoncillos que llevo me pueden servir para varios días. Mañana me los pongo del revés, lo de delante hacia atrás y lo de atrás hacia delante; el viernes les doy la vuelta y el sábado los vuelvo a poner del revés. Si el domingo no ha llegado la maleta el problema ya puede ser importante. En su explicación Roberto ha sido ligeramente escatológico así que no os voy a contar la metáfora que me ha hecho con los papeles de las magdalenas. Bueno, por si acaso yo ya tengo echado un ojo a un Zara que hay aquí cerca del hotel donde mañana arraso como no me llegue la maleta esta noche. Acabo de colgar a los tipos de equipajes perdidos de la compañía Malev y me han dicho que mi maleta ya está en Budapest y que me la entregan a lo largo de la noche. ¿De la noche? Ya me veo recibiendo la maleta a las cuatro de la mañana.

Por lo demás, hace mucho calor, compartimos hotel con la gente de Renault (mecánicos, ingenieros...) y Budapest sigue siendo una ciudad preciosa. Una de las cosas buenas del viaje es la vista que tengo desde mi habitación. Es justo la foto que tenéis sobre estas líneas. El Danubio, el puente de las cadenas... una pasada.

Mañana al circuito. Sé que Fernando ha llegado hoy, así que mañana nos veremos. Seguro que estará más sonriente que el año pasado.