viernes, 28 de diciembre de 2007

NOTA: Artículo publicado en el Diario Marca el jueves antarior al Gran Premio de China.


Sí, los milagros existen aunque aquí en la Fórmula 1 muchas veces no tienen nada que ver con lo divino. En la mayoría de los casos estos son urdidos por intereses partidistas. El último milagro no es algo sobrenatural, es el resultado de una estrategia, de una campaña que busca justicia, pero también beneficio. En realidad es un milagro todavía a medio hacer porque aunque Hamilton puede ser sancionado, de momento es sólo una posibilidad. Hay opciones de que el agua se convierta en vino, pero de momento sigue siendo agua. Sin embargo, todo parece muy bien orquestado, bien planificado. Cuando llegué ayer al circuito hablé con gente de Ferrari. Estaban extrañamente enfadados y dolidos por la protección que había tenido Lewis Hamilton en Japón. No entendían que no hubiese sido sancionado por su conducción errática y a trompicones realizada durante los dos periodos en los que el coche de seguridad estuvo en la pista. Las conversaciones en el paddock se fueron sucediendo durante la mañana y el tema de conversación comenzó a girar hacía esa única dirección, así que cuando llegó la rueda de prensa oficial de la FIA los pilotos que asistieron sólo tuvieron que contestar. Fue curiosa hasta la elección de los invitados: Webber y Vettel, implicados en el accidente de Fuji, Robert Kubica, el piloto que fue sancionado por chocar contra Hamilton, Fernando Alonso y Kimi Raikkonen. El más directo fue el australiano que calificó la actitud de Hamilton tras el coche de seguridad como un “trabajo de mierda”. Vettel confesó que se había apartado de la trayectoria del inglés porque pensó que el coche se le había parado. Y ante el estupor de la prensa inglesa, Kubica echó más leña al fuego diciendo que se puede chocar con cualquier otro piloto y no ser sancionado, como le pasó a Vettel con Alonso, pero si tocas a Lewis te atienes a las consecuencias. Después de la rueda de prensa Robert me confesó entre risas que sí, que Lewis es un piloto intocable. He de reconocer que cuando acabó la rueda de prensa tuve un sentimiento de satisfacción. Por primera vez, después de muchos días de bajón, pensé que no sólo era Alonso o la prensa española la que criticaba la actitud del líder del mundial. Esta vez eran otros los que reaccionaban y hablaban alto y claro. Fernando me dijo más tarde que eso no servía para nada, pero se equivocaba. A media tarde la investigación de la FIA se convertía en el milagro que todos esperábamos. La nueva prueba de vídeo, la grabación de un aficionado en Fuji colgada en internet, así como la presunta denuncia de Toro Rosso abrían la puerta a la esperanza. La FIA confirmaba más tarde que era cierto que tenían una nueva evidencia para valorar la actitud de Hamilton en Fuji y que los comisarios estudiarían en las próximas horas el caso. A pesar de que cuando escribo estas líneas todavía es pronto para saber que va a pasar, tiene toda la pinta de que habrá algún tipo de sanción. En esta nueva situación hay muchos posibles beneficiados: lo primero la justicia en este deporte, ya está bien de que Hamilton se salga de rositas de todas las tropelías que ha hecho fuera y dentro de la pista; después Toro Rosso (curiosamente un equipo que utiliza motores Ferrari) que podría anular la sanción de diez posiciones en este Gran Premio para Vettel; en tercer lugar Ferrari, que aumentaría las opciones de Raikkonen y seguiría haciendo daño a su gran rival, Mclaren; también la FIA porque aportaría un poco más de compensación a Ferrari por el asunto del espionaje y haría que el “imperio rojo” estuviese un poco más calmado; por supuesto a Ecclestone, que no entiende de patriotismos baratos y tendría un final de temporada aún más emocionante con todo por decidir en Brasil y con altísimos índices de audiencia y de ingresos; y por último, Fernando Alonso que de forma indirecta volvería a estar en la lucha con un porcentaje mayor de opciones. No soy de los que venden la piel del oso antes de cazarlo y creo que hay que esperar, pero igual que cuando se reabrió el caso de espionaje el tufo era a que habría sanción, ahora huele a lo mismo. No sé en qué medida o de qué forma, pero creo que la habrá y nadie podrá decir que no es merecida. Bueno, sí, quizá la prensa inglesa. La guerra de guerrillas es ya algo habitual en el paddock. Mclaren y la prensa anglosajona forman una alianza fuerte. Es increíble descubrir lo que algunos son capaces de hacer. Por ejemplo ayer, uno de los periodistas más veteranos, uno de los popes, abroncó a la jefa de prensa de Toro Rosso por haber permitido que Vettel culpase a Hamilton de su accidente durante la rueda de prensa que acababa de terminar. Los alemanes están a duras penas en esta coalición, pero poco a poco se dan cuenta de que ni Alonso es tan mala persona como se cuenta, ni Hamilton tan bueno. Algunos de los españoles contamos la otra verdad y nuestra causa la han hecho suya los franceses y los italianos. Los japoneses también están con Alonso porque a pesar de sus ojos rasgados han visto muchas cosas extrañas durante el año. Y luego está la gente, la desconocida, la que se acerca a Fernando a través de una valla y le suelta en un inglés con acento defectuoso: Please, don´t give up (por favor, no te rindas). Todos los locos que se pasan la noche enfrente del hotel de Fernando mostrando pancartas en todos los idiomas para decirle que siguen confiando en él. Son pequeños detalles sin importancia que llegan al corazón de un campeón del mundo que lo está pasando mal. Y es curioso que mientras estos anónimos aficionados se esfuerzan para llegar hasta Fernando, para animarle, para empujarle, para decirle que mantienen la fe en él, otros que podrían hacerlo marcando, simplemente, un número de teléfono han estado escondidos como comadrejas y no han movido un solo dedo. ¿Pueden creerse que nadie de los principales responsables de Mclaren haya llamado a Fernando para interesarse por él desde Japón? Hasta ayer no hubo ni una sola llamada, ni un correo electrónico, ni un SMS para saber si estaba bien después del accidente de Fuji. Lo único que temen es que Fernando hable y por eso los responsables de comunicación del equipo se desviven para convencer a Fernando de que no entre al trapo de las preguntas de los periodistas. Tienen miedo porque saben que algún día puede salir la verdad, la que ellos no han contado, la otra parte del escándalo que ellos han borrado de su guión y que podría retratarles como uno de los equipos más falsos, mentirosos y chantajistas del paddock. Dicen aquí en China que viene un tifón y que el domingo podría afectar la carrera. Fernando se ríe porque él lleva en el ojo del huracán desde que acabó el fin de semana de Mónaco. Y es curioso, porque a pesar del vendaval que sopla dentro de Mclaren a algunos aún no se les han levantado las faldas y, a duras penas, mantienen todavía ocultas sus miserias.

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