miércoles, 16 de enero de 2008

EL DÍA EN EL QUE ALONSO VOLVIÓ A RENAULT

Es casi una costumbre en mí. El primer día que Fernando Alonso se sube en una temporada por primera vez al coche, me gusta estar ahí. Lo llamaría superstición si no fuese porque no soy supersticioso. Quiero verle la cara, leer en su mirada si todo va bien o si algo no le gusta. Ayer estuve en Jérez por primera vez en 86 días volví a escuchar un motor de Fórmula 1. A partir de ahora los voy a escuchar con cierta frecuencia. Lo importante es que sólo quedan 59 días para que ese sonido tan insoportable, tan brutal, tan delicioso lo escuche en Australia. Entonces habrá llegado el momento. Lo de ayer en Jerez salió bien, mejor que bien. Nadie se lo esperaba o quizá sí. El tiempo de Fernando hay que darle su justo valor, ni más ni menos que el que tiene. Sin embargo, ese tiempo puso nerviosos ayer a más de uno. Soñar es gratis, así que soñemos aunque con los pies en el suelo.


El artículo que viene a continuación lo he publicado hoy en el Diario Marca. Es el resumen de todas las sensaciones que se me quedaron ayer en el cuerpo.

Un abrazo a todos

Antonio Lobato



Nota: Artículo publicado en el Diario Marca el miércoles 16 de enero de 2007



SIN EMBARGO, ES BUENO



1.19.5, 1.19.5, 1.19.5… Lo cojo, le doy la vuelta, le pongo del revés, con las patas para arriba, para abajo, lo repito, lo pongo en interrogante, en admiración… Me froto los ojos, me río, lo analizo, me pongo serio… No sé qué hacer con él. 1.19.5. Si digo que es un tiempazo algunos me llamarán exagerado y muchos pensarán que ganar el mundial el próximo año estará chupado y eso no es cierto. Si digo que no hay que darle importancia muchos me llamarán aguafiestas y algunos dirán que Mclaren me ha implantado un chip en el cerebelo. Tampoco eso es cierto. Lo que tengo claro es que ayer, en su primer día en subirse al coche, en su primera experiencia con el R27, en su primer contacto con un coche sin control de tracción Fernando Alonso logró ser el más rápido en Jerez. Más rápido incluso que el Ferrari, el Mclaren y el Toyota del 2008. Vale que Fernando utilizó un juego de neumáticos nuevos por la tarde, vale que la carga de combustible habrá sido bastante ligerita, pero en cualquier caso Fernando logró colocar a un Renault en la primera posición de la tabla de tiempos en un test en el que estaban casi todos (sólo faltó BMW Sauber) por primera vez en los últimos doce meses. Lo hizo además con un monoplaza que el año pasado era un coche con problemas y del que sus pilotos, especialmente Fisichella, se hartaron de criticar su comportamiento inestable y su falta de velocidad. ¿Magia? ¿Casualidad? ¿Truco? 1.19.5. ¿Quién sabe?

Ayer cuando hablé con Fernando no quiso darle importancia a los tiempos, pero en su mirada se escapaba ese brillo en los ojos que suele salirle a Fernando cuando te dice una mentirijilla o se pone el disfraz de cordero. Evidentemente el R27 no es una maravilla, pero Fernando se esperaba mucho menos de él y en cualquier caso este es sólo el coche del 2007, agua pasada. El que le preocupa, en el que tiene depositadas todas sus esperanzas es el que correrá el año que viene y que en estos momentos se termina de montar en Enstone. El próximo jueves Fernando lo verá ya completamente terminado, sólo faltará su asiento que tendrá que hacérselo nuevo porque el del R27 no cabe en el R28. Un coche que tendrá un morro muy extraño, sorprendente, diferente a todos los demás y que quizá a muchos les recuerde el morro de morsa de Williams del 2004. Morsa, foca o tiburón lo único que importa es que corra.



Que corra tanto como Fernando ayer que, impaciente, fue uno de los primeros en llegar al circuito. Todavía con nocturnidad, pero con una sonrisa medio nerviosa en la cara. Cuando le vi llegar entre las tinieblas vestido de azul y entrar en Renault me dio la sensación de que había atravesado un túnel en el tiempo; que el 2007 no había existido y que en realidad nunca se había ido de Renault. Pelo otra vez largo, rebeldemente largo, sonrisa, gesto relajado o quizá debería decir aliviado, y ese nerviosismo que esconde las ganas incontrolables de subirse a un coche y darlo todo para demostrar otra vez que es el mejor. Era otra vez Alonso, ese Alonso imperfecto, natural, sencillo, liberado de las ataduras, las reglas, las manías y la cuadriculada y maniática perfección de Mclaren. Si Ron Denis le hubiese visto llegar en ese Megane diesel, con vaqueros y ese gorrito tan poco ortodoxo le habría salido al inglés un eritema en el alma. En Renault, afortunadamente para todos, la imagen no es tan importante y Flavio Briatore es bastante más terrenal y menos robótico que Ron Dennis.




Para Fernando nada era nuevo. Ni el equipo, ni el coche, ni el circuito… sólo el casco. Un casco cuyo diseño vuelve también a sus orígenes. Más blanco, más luminoso, con más presencia de la bandera española y que como gran novedad introduce dos ases en su parte de atrás. Un as de trébol con el número 05 en la parte superior y un as de corazones con el 06. Dos ases que por sí solos en el pocker, a diferencia de la Fórmula 1, significan poco, tan sólo una pareja. Sin embargo, nos hacen soñar con lo que puede venir. El único problema que le veo es que a diferencia de poner estrellas, o tortugas, o barras o lo que sea ponen límite a los objetivos porque en el pocker sólo hay cuatro ases. Sin embargo, Fernando ya ha dicho a sus íntimos que no hay problema. Si termina con los ases de la baraja de pocker empezará a poner los de la baraja española.


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